UN MÉTODO PARA REFLEXIONAR EL EVANGELIO

Los textos evangélicos que te ofrece el librito de “El Evangelio” son Palabra de Dios. Por tanto, como no son cualquier cosa, has de leerlos y meditarlos con dedicación. Para ello te sugiero el siguiente método:

1. Comienza haciendo silencio en tu corazón; no vas a leer un libro cualquiera, sino el Evangelio, que nos transmite la Palabra de Dios. Reza unos instantes pidiendo con sencillez que el Espíritu te ilumine y te predisponga a la escucha.

2. Lee ahora despacio el texto evangélico escogido. Al leer no tengas miedo de subrayar aquellas palabras o expresiones que te parezcan más significativas. Procura captar los personajes que intervienen en el texto, lo que van haciendo, lo que se dice de ellos, sus actitudes de fondo, sus relaciones mutuas, cómo se van transformando a lo largo del texto... Relee, si es necesario, varias veces el texto.

3. A continuación, una vez hayas hecho una o varias lecturas en profundidad, piensa un poco sobre lo que el texto leído dice de Dios, de Jesucristo, de la Iglesia, de la vida del creyente y del cristiano, de ti mismo. Intenta captar el mensaje de fondo que subyace en el texto leído.

4. Déjate interpelar y revisa tu propia vida a la luz del Evangelio. ¿Qué distancias encuentras entre tu vida y lo que acabas de leer y reflexionar? ¿En qué debes cambiar o progresar para vivir más fielmente según el Evangelio?

5. Toma un compromiso concreto para ponerlo por obra a lo largo del día o de los próximos días. Es importante que la Palabra de Dios sobre la que has meditado se convierta en vida.

6. Acaba haciendo de nuevo oración. Dale gracias a Dios por lo que va obrando cada día en ti y en los demás; pídele perdón por la distancia que descubres entre su Palabra y tu vida; pídele también luz y fuerza para poner por obra el compromiso que has tomado.

Cierra tu Evangelio y ponte a vivir conforme a lo que has leído, meditado y rezado. Repite como la Virgen María: “Hágase en mí según tu Palabra” (Lc 1, 38).

No hay comentarios: