¡Feliz Navidad!

Espíritu de Navidad
Un joven de unos 20 a 22 años, de nombre José (viejo sólo para los apócrifos, escritos 300 años después de los evangelios), que vivía en Nazaret, en el norte de Palestina, tuvo que desplazarse al Sur, a Belén, a fin de registrarse en un censo.

Llevaba a su esposa María, ya embarazada de nueve meses. Llegando al lugar, María entró en dolores de parto. José buscó en las posadas de los alrededores y explicó su urgencia. Pero todos decían: «no hay sitio». No tuvo otra alternativa que buscar un rincón que fuera mínimamente seguro.

Encontró una gruta en la que los animales se protegían contra el frío de aquella época del año. Allí, en una gruta. María dio a luz a un niño, llamado primero Enmanuel y más tarde Jesús. Y he ahí que ocurrió algo sorprendente, algo realmente lleno de magia, un factor que siempre da encanto a la historia, que no se rige por los cánones fríos de la racionalidad, sino por lo imprevisto y lo imponderable. Por eso la historia tiene sabor...

He aquí que irrumpió una claridad inmensa, algo así como una estrella que planeó sobre aquella gruta. La vaquita que mugía bajito y el asno que rebuznaba se quedaron inmóviles. Fuera, las hojas que arrastraba el viento, se paralizaron. Las aguas del río, que corrían, se estancaron. Las ovejas que bebían, quedaron inertes. El pastor que había levantado el cayado hacia lo alto, quedó como petrificado. Un profundo silencio y una paz serenísima se apoderó de toda la naturaleza.

Fue en ese exacto momento en que vino a este mundo el divino Niño. Inmediatamente después, se oyeron voces del cielo, captadas por los que estaban atentos: «Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra a todas las personas de buena voluntad».

El impacto de este acontecimiento fue tan grande que nunca más ha podido ser olvidado. Dos mil años después todavía es recordado y celebrado, de una u otra forma, en todo el mundo. Es la magia de la Navidad.

Ha sido secularizada por el Papá Noel, y ha entrado en el mercado con los regalos de Santa Claus. Pero nadie ha conseguido todavía destruir el espíritu de la Navidad. Se trata de un aura bienhechora que es preciso conservar, pues nos hace más humanos.

¿Cuál es ese espíritu?

Primero, que Dios es principalmente una Criatura, y no sobre todo Creador y Juez severo. Una Criatura no amenaza a nadie. Es sólo vida, inocencia y ternura. Más que ayudar a otros, necesita ser ayudada y acogida. Si imagináramos a Dios así, no tendríamos que temer. Llenémonos de confianza.

Segundo: el ser humano, por malo que sea, debe esconder un valor muy grande, si Dios ha querido ser uno de ellos. Bien me dijo un día un esquizoide: «Cada vez que nace una criatura, es la prueba de que Dios todavía cree en la humanidad». Dios creyó tanto, que quiso nacer criatura frágil, con los bracitos enfajados, para no amenazar a nadie.

Finalmente, la Criatura divina nos recuerda lo que somos en la profundidad de nuestro ser: una eterna criatura. Crecemos y envejecemos. Pero guardamos allá dentro la criatura que nunca dejamos de ser. La criatura representa la creencia de que es posible un mundo diferente, de inocencia, de mirada sin malicia y de pura alegría de vivir. ¿Podríamos vivir sin ese sueño?

¡Divino Infante: ¡realiza en nosotros este destino!
¡No dejes que muera en nosotros la esperanza!
¡No olvides que fuiste, como nosotros, un niño!
¡Nace de nuevo en nosotros como una Criatura!

Leonardo Boff


4º Domingo Adviento

Lucas 1, 39-45 En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito. - ¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Dichosa tú, que has creído, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.

RASGOS DE MARÍA María, que ha llegado aprisa desde Nazaret es la figura central. Todo gira en torno a ella y a su Hijo. Su imagen brilla con unos rasgos genuinos.
María, «la madre de mi Señor». Así lo proclama Isabel a gritos y llena del Espíritu Santo. Es cierto: para los seguidores de Jesús, María es, antes que nada, la Madre de nuestro Señor. Éste es el punto de partida de toda su grandeza. Los primeros cristianos nunca separan a María de Jesús. Son inseparables. «Bendecida por Dios entre todas las mujeres», ella nos ofrece a Jesús, «fruto bendito de su vientre».
María, la creyente. Isabel la declara dichosa porque «ha creído». María es grande no simplemente por su maternidad biológica, sino por haber acogido con fe la llamada de Dios a ser Madre del Salvador. Ha sabido escuchar a Dios; ha guardado su Palabra dentro de su corazón; la ha meditado; la ha puesto en práctica cumpliendo fielmente su vocación. María es Madre creyente.
María, la evangelizadora. María ofrece a todos la salvación de Dios que ha acogido en su propio Hijo. Ésa es su gran misión y su servicio. Según el relato, María evangeliza no sólo con sus gestos y palabras, sino porque allá a donde va lleva consigo la persona de Jesús y su Espíritu. Esto es lo esencial del acto evangelizador.
María, portadora de alegría. El saludo de María contagia la alegría que brota de su Hijo Jesús. Ella ha sido la primera en escuchar la invitación de Dios: «Alégrate...el Señor está contigo». Ahora, desde una actitud de servicio y de ayuda a quienes la necesitan, María irradia la Buena Noticia de Jesús, el Cristo, al que siempre lleva consigo. Ella es para la Iglesia el mejor modelo de evangelización.

Santa Lucía 13 diciembre

Oración a Santa Lucía. Patrona de La Vista
¡Oh Bienaventurada y amable Santa Lucía, reconocida por el pueblo cristiano como especial y poderosa abogada de la vista, llenos de confianza a ti acudimos; pidiéndote la gracia de que la nuestra se mantenga sana. Que todo lo que ellos vean se convierta en saludable y valioso motivo de amar cada día más a Nuestro Creador y Redentor Jesucristo, a quien por tu intercesión, oh protectora nuestra, esperamos ver y amar eternamente en la patria celestial. Amén.

Santa Lucía
Virgen y Mártir, 304 AD
Fiesta 13 de diciembre
Etim.: Lucía: Lux (la que lleva luz).

Se la representa llevando en la mano derecha la palma de la victoria, símbolo del martirio y en la izquierda los ojos que le fueron arrancados.
Es muy antigua la devoción a Santa Lucía tanto en el oriente como en el occidente. Su nombre figura en el canon de la misa romana, lo que probablemente se debe al Papa Gregorio Magno.

De acuerdo con "las actas" de Santa Lucía, nuestra santa nació en Siracusa, Secilia (Italia), de padres nobles y ricos y fue educada en la fe cristiana. Perdió a su padre durante la infancia y se consagró a Dios siendo muy joven. Sin embargo, mantuvo en secreto su voto de virginidad, de suerte que su madre, que se llamaba Eutiquia, la exhortó a contraer matrimonio con un joven pagano. Lucía persuadió a su madre de que fuese a Catania a orar ante la tumba de Santa Agata para obtener la curación de unas hemorragias. Ella misma acompañó a su madre, y Dios escuchó sus oraciones. Entonces, la santa dijo a su madre que deseaba consagrarse a Dios y repartir su fortuna entre los pobres. Llena de gratitud por el favor del cielo, Eutiquia le dio permiso. El pretendiente de Lucía se indignó profundamente y delató a la joven como cristiana ante el pro-consul Pascasio. La persecución de Diocleciano estaba entonces en todo su furor.

El juez la presionó cuanto pudo para convencerla a que apostatara de la fe cristiana. Ella le respondió: "Es inútil que insista. Jamás podrá apartarme del amor a mi Señor Jesucristo".
El juez le preguntó: "Y si la sometemos a torturas, ¿será capaz de resistir?".
La jovencita respondió: "Sí, porque los que creemos en Cristo y tratamos de llevar una vida pura tenemos al Espíritu Santo que vive en nosotros y nos da fuerza, inteligencia y valor".
El juez entonces la amenazó con llevarla a una casa de prostitución para someterla a la fuerza a la ignominia. Ella le respondió: "El cuerpo queda contaminado solamente si el alma consciente". Santo Tomás de Aquino, el mayor teólogo de la Iglesia, admiraba esta respuesta de Santa Lucía. Corresponde con un profundo principio de moral: No hay pecado si no se consiente al mal.
No pudieron llevar a cabo la sentencia pues Dios impidió que los guardias pudiesen mover a la joven del sitio en que se hallaba. Entonces, los guardias trataron de quemarla en la hoguera, pero también fracasaron. Finalmente, la decapitaron. Pero aún con la garganta cortada, la joven siguió exhortando a los fieles para que antepusieran los deberes con Dios a los de las criaturas, hasta cuando los compañeros de fe, que estaban a su alrededor, sellaron su conmovedor testimonio con la palabra "amén".

Aunque no se puede verificar la historicidad de las diversas versiones griegas y latinas de las actas de Santa Lucía, está fuera de duda que, desde antiguo, se tributaba culto a la santa de Siracusa. En el siglo VI, se le veneraba ya también en Roma entre las vírgenes y mártires más ilustres. En la Edad Media se invocaba a la santa contra las enfermedades de los ojos, probablemente porque su nombre está relacionado con la luz. Ello dio origen a varias leyendas, como la de que el tirano mandó a los guardias que le sacaran los ojos y ella recobró la vista.

Cuando ya muchos decían que Santa Lucia es pura leyenda, se probó su historicidad con el descubrimiento, en 1894, de la inscripción sepulcral con su nombre en las catacumbas de Siracusa. Su fama puede haber sido motivo para embelezar su historia pero no cabe duda de que la santa vivió en el siglo IV.
El nombre de Lucía significa "luz". Dante Alighieri en la Divina Comedia atribuye a Santa Lucía el papel de gracia iluminadora.

III Domingo de Adviento 13 diciembre 09 Santa Lucía

LUCAS 3, 10‑18
En aquel tiempo, la gente preguntaba a Juan: «¿Entonces, qué hacemos?» El contestó: «El que tenga dos túnicas, que se las reparta con el que no tiene; y el que tenga comida, haga lo mismo». Vinieron también a bautizarse unos publicanos y le preguntaron: «Maestro, ¿qué hacemos nosotros?» El les contestó: «No exijáis más de lo establecido». Unos militares le preguntaron: «¿Qué hacemos nosotros?» El les contestó: «No hagáis extorsión ni os aprovechéis de nadie, sino contentaos con la paga». El pueblo estaba en expectación, y todos se preguntaban si no sería Juan el Mesías; él tomó la palabra y dijo a todos: «Yo os bautizo con agua; pero viene el que puede más que yo, y no merezco desatarle la correa de sus sandalias. El os bautizará con Espíritu Santo y fuego; tiene en la mano el bieldo para aventar su parva y reunir su trigo en el granero y quemar la paja en una hoguera que no se apaga». Añadiendo otras muchas cosas, exhortaba al pueblo y le anunciaba la Buena Noticia.

De las recetas a las soluciones reales
Seamos sinceros. Cada uno de los que escuchaba a Juan ya sabía la respuesta que iba a recibir. Porque son cosas de sentido común. Pero no queremos escuchar. Recuerdo las veces que he ido al médico buscando una solución fácil, una receta, para mi enfermedad. Unas pastillas que, tomadas durante una semana, me dejasen como nuevo. Lo malo es que muchas veces el médico no me receta las pastillas sino otras cosas que son justo las que yo me imaginaba pero no quería oír: que haga una vida más sana, que haga más ejercicio, que deje de fumar, etc.
Al acercarnos a Jesús, al preparar su venida, también nosotros querríamos encontrar una solución fácil y sencilla, una pastilla que nos convirtiese de golpe. Pero eso no existe. Convertirse es cambiar de vida, es actuar con justicia, es compartir lo que se tiene con los hermanos que carecen de ello, es no aprovecharnos de los demás. Convertirse para participar en el Reino es establecer una nueva forma de relacionarnos con los demás, como Dios quiere que nos relacionemos, como hijos e hijas suyos, todos compartiendo de la misma mesa.
Atención a algo que es importante. En ninguna de las respuestas de Juan se dice que convertirse consista en hacer mucha oración y mucha penitencia para llegar obtener el perdón de nuestros pecados. Parece que a Juan el pasado no le importa. Juan mira al futuro. Convertirse no es regodearse en lo pasado y mirarnos al ombligo de nuestras faltas sin cesar. Convertirse es cambiar de vida desde ya, comenzar a actuar de otra manera, más justa, más equitativa, más fraternal porque así nos quiere Dios, porque esa es la voluntad de Dios. Que le gusta más a Dios el regalo del amor al hermano que cientos de padrenuestros en la oscuridad de alguna iglesia.

Medicinas para Zimbabwe

Zimbabwe nos hace una llamada a la solidaridad, porque en su país no hay medicinas; tienen que pedirlas fuera del país. Cáritas de Guareña va a colaborar en esta campaña enviando medicinas a la misión donde es responable Ildefonso Trujillo, al que vemos en la foto, misionero de nuestra diócesis.

Puedes entregar en la farmacia o en la parroquia, o en el despacho de cáritas las medicinas que tengas sin usar, que no estén caducadas ni abiertas. Y las medicinas más necesarias para ellos en estos momentos son las siguientes:
- Gelocatil (o genérico)
- Aspirina (o genérico)
- Bisolvón (jarabe)
- Nolotil
- Suero (sobres)
- Antibióticos (genérico)
- Ibuprofeno (genérico)
- Betadine
- OTIX gotas óticas 5 ml.
- OTIX gotas óticas unidosis

Vigilia de la Inmaculada 2009




Inmaculada, llena de gracia, sin pecado.

Las fiestas de María no se celebran sólo para cantar su grandeza, sino para aprender de ella a ser mejores cristianos. María es «modelo» para la Iglesia. ¿Cómo podríamos parecernos más a María?.
Una Iglesia que cuidando el calor humano en sus relaciones con todos.
Una Iglesia de brazos abiertos, que no rechaza ni condena, sino que acoge.
Una Iglesia que proclame con alegría la grandeza de Dios y su misericordia.
Una Iglesia con capacidad de dar y transmitir vida.
Una Iglesia que sabe decir «sí» a Dios sin saber muy bien a dónde le llevará su obediencia.
Una Iglesia abierta al diálogo.
Una Iglesia humilde como María, siempre a la escucha de su Señor.
Una Iglesia que no se complace en los soberbios, potentados y ricos de este mundo, sino que busca pan y dignidad para los pobres y hambrientos de la Tierra, sabiendo que Dios está de su parte.
Una Iglesia atenta al sufrimiento que sabe olvidarse de sí misma para estar cerca de quien necesita ser ayudado.
Una Iglesia que anuncia la hora de la mujer y promueve con gozo su dignidad, responsabilidad y creatividad femenina.
Una Iglesia contemplativa que sabe «guardar y meditar en su corazón» el misterio de Dios encarnado en Jesús para transmitirlo como experiencia viva.
Una Iglesia que cree, ora, sufre y espera la salvación de Dios anunciando con humildad la victoria final del amor.

II Domingo Adviento

Lucas 3,1-6 En el año quince del reinado del emperador Tiberio, siendo Poncio Pilato gobernador de Judea, y Herodes virrey de Galilea, y su hermano Felipe virrey de Iturea y Traconítide, y Lisanio virrey de Abilene, bajo el sumo sacerdocio de Anás y Caifás, vino la Palabra de Dios sobre Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y recorrió toda la comarca del Jordán, predicando un bautismo de conversión para perdón de los pecados, como está escrito en el libro de los oráculos del profeta Isaías: «Una voz grita en el desierto: Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos; elévense los valles, desciendan los montes y colinas; que lo torcido se enderece, lo escabroso se iguale. Y todos verán la salvación de Dios».

Lucas tiene interés en precisar con detalle los nombres de los personajes que controlan en aquel momento las diferentes esferas del poder político y religioso. Ellos son quienes lo planifican y dirigen todo. Sin embargo, el acontecimiento decisivo de Jesucristo se prepara y acontece fuera de su ámbito de influencia y poder, sin que ellos se enteren ni decidan nada. Así aparece siempre lo esencial en el mundo y en nuestras vidas. Así penetra en la historia humana la gracia y la salvación de Dios. Lo esencial no está en manos de los poderosos.

Lucas dice escuetamente que «la Palabra de Dios vino sobre Juan en el desierto», no en la Roma imperial ni en el recinto sagrado del Templo de Jerusalén. En ninguna parte se puede escuchar mejor que en el desierto la llamada de Dios a cambiar el mundo. El desierto es el territorio de la verdad. El lugar donde se vive de lo esencial. No hay sitio para lo superfluo. No se puede vivir acumulando cosas sin necesidad. No es posible el lujo ni la ostentación. Lo decisivo es buscar el camino acertado para orientar la vida.

En este marco del desierto, el Bautista anuncia el símbolo grandioso del «Bautismo», punto de partida de conversión, purificación, perdón e inicio de vida nueva. «Preparad el camino del Señor». Nuestras vidas están sembradas de obstáculos y resistencias que impiden o dificultan la llegada de Dios a nuestros corazones y comunidades, a nuestra Iglesia y a nuestro mundo. Dios está siempre cerca. Somos nosotros los que hemos de abrir caminos para acogerlo.

Banco de Alimentos

Cáritas de Guareña, en coordinación con el Ayuntamiento de Guareña (Servicios sociales) y con la Asociación del Voluntariado de Guareña, pone en marcha el BANCO DE ALIMENTOS. Queremos dar una respuesta coordinada a las necesidades que van surgiendo ultimamente, fruto de la crisis económica, de la falta de trabajo, entre muchas de las familias de nuestro pueblo y también de la población inmigrante. Agradecemos a todos los que colaboran en este proyecto: voluntarios, Ayuntamiento, Asociación del Voluntariado, socios de Cáritas, etc. Más adelante informaremos del horario y lugar donde se ubicará. También proyectamos una Comisión de Infancia y Juventud de Cáritas Guareña. Queremos ofrecer alguna alternativa para el tiempo libre de los niños y los jóvenes. Esperamos contar con la colaboración de jóvenes y personas que quieran dedicarse a trabajar como voluntarios en este campo.

1º Domingo adviento. 29 noviembre 2009

Evangelio de San Lucas 21,25-28, 34-36
Dijo Jesús a sus discípulos: -Habrá signos en el sol y la luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes… Los hombres quedarán sin aliento por el miedo… Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación. Tened cuidado: no se os embote la mente con el vicio, la bebida y la preocupación del dinero… Estad siempre despiertos… y manteneos en pie ante el Hijo del hombre.

ESTAD SIEMPRE DESPIERTOS (José Antonio Pagola) El evangelio refleja los miedos y la incertidumbre de aquellas primeras comunidades cristianas, que vivían en medio del Imperio romano, entre conflictos y persecuciones, con un futuro incierto. Ahora vivimos en medio de las dificultades e incertidumbres de estos tiempos; y la Iglesia actual marcha a veces como una anciana "encorvada" por el peso de los siglos, las luchas y trabajos del pasado, "con la cabeza baja", consciente de sus errores y pecados…

Es el momento de escuchar la llamada que Jesús nos hace a todos. «Levantaos», animaos unos a otros. «Alzad la cabeza» con confianza. No miréis al futuro solo desde vuestros cálculos y previsiones. « Se acerca vuestra liberación». Un día ya no viviréis encorvados, oprimidos ni tentados por el desaliento. Jesucristo es vuestro Liberador.
Pero hay maneras de vivir que impiden a muchos caminar con la cabeza levantada confiando en esa liberación definitiva. Por eso, «tened cuidado de que no se os embote la mente». No os acostumbréis a vivir con un corazón insensible y endurecido, buscando llenar vuestra vida de bienestar y placer, de espaldas al Padre del Cielo y a sus hijos que sufren en la tierra. Ese estilo de vida os hará cada vez menos humanos. «Estad siempre despiertos».

Fiesta de Jesucristo Rey del Universo 22 noviembre

JESÚS, UN REY ATÍPICO. Un rey que toca leprosos, que prefiere la gente normal a los poderosos del pueblo. Un rey que lava los pies de los suyos, un rey que no tiene dinero y que no puede defenderse.
Jesús crucificado es un extraño rey: su trono es la cruz, su corona es de espinas. No tiene manto, está desnudo. No tiene ejército. Hasta los suyos le han abandonado. ¡Menudo rey!
Y ya que hablamos del rey, tenemos que hablar del reino. Jesús habló del reino de Dios, del reinado de Dios. Un reinado en que los últimos del mundo son los primeros. Un reinado que prefiere a los publicanos y a las prostitutas, antes que a los doctos letrados y los puros fariseos. Un reinado sin tronos, sin palacio, sin ejército, sin poder. Un reinado en que son preferidos los sencillos como niños. Un reinado de gente pobre, que sabe sufrir, de corazón limpio, comprometida con la justicia. ¡Menudo reino!
Alguno pensará que esto es provisional. Dios reinará, Cristo reinará, vendrá un día en que aparecerá en los cielos vestido de majestad, y todas las naciones, todos los hombres y mujeres del mundo y de la historia caerán de bruces ante su Majestad, y entonces veremos que es rey. Pues no, Dios no reina así, apabullando enemigos.
El reino de Dios no se parece en nada a los de la tierra, que imponen desde fuera y matan para imponerse. Dios se siembra desde dentro y hace vivir. Reina desde el amor.
En nuestro mundo reina el terror, reina la miseria, reina la explotación, reina la venganza, reina el negocio sucio, reina la violencia. Cuando en nuestro mundo reine la confianza mutua, cuando todos vivan decentemente, cuando no haya analfabetos, cuando los negocios sean honrados, cuando nos contentemos con menos… entonces podremos empezar a hablar de que Dios reina.
¿Reinará Dios alguna vez? Tenemos la tentación de pensar que no. La violencia y la rapacidad y el consumo desenfrenado parecen más fuertes que la bondad, la generosidad y la austeridad. Eso es una tentación. Pero Jesús creía en la fuerza de la semilla, en el poder de la levadura, en la fuerza imparable del Espíritu, del Viento de Dios.
Y entretanto, tú y yo nos enfrentamos a una invitación urgente: ¿quieres comprometerte con Jesús a construir el reino?

Hambruna Mundial. El cinismo de los líderes.


El hambre es lo más letal que ha inventado la injusticia humana. Causa más muertes que todas las guerras. Elimina a cerca de 23.000 vidas al día, ¡casi mil personas por hora! Las principales víctimas son los niños.

Al día de hoy son ya 950 millones las personas amenazadas por el hambre crónica. Eran 800 millones el año pasado. Pero aumentó el número debido a la expansión del agronegocio, cuyas tecnologías encarecen los alimentos, y a la mayor extensión de áreas destinadas al cultivo de agrocombustibles, producidos para saciar el hambre de las máquinas y no de la gente.

El ser humano soporta casi todo: políticos corruptos, humillaciones, agresiones, indiferencias, la opulencia de unos pocos. Hasta el plato vacío. Por eso incluso se puede decir que nadie muere por la falta completa de alimentos. Los hambrientos, cuando no tienen nada que comer, llevan a la boca, para engañar el hambre, sobras recogidas en la basura, lagartos, ratones, gatos, hormigas e insectos varios. La falta de vitaminas, carbohidratos y otros nutrientes esenciales debilita el organismo y lo hace vulnerable a las enfermedades. Los niños raquíticos mueren de un sencillo resfriado, por carencia de defensas.

Hay apenas cuatro factores de muerte precoz: accidentes (de trabajo o de tránsito), violencia (asesinato, terrorismo o guerra), enfermedades (cáncer o sida) y hambre. Ésta produce el mayor número de víctimas. Sin embargo es el factor que menos movilizaciones suscita. Hay campañas contra el terrorismo o la violencia de género, pero ¿quién protesta contra el hambre?

Los miserables no hacen protestas. Sólo quien come se pone en huelga, sale a las calles, manifiesta en público su descontento y reivindicaciones. Como esa gente no sufre amenaza de hambre, los hambrientos son ignorados.

Ahora los líderes de las naciones más ricas y poderosas del mundo, reunidos en el G-8, en L’Aquila, Italia, a principios de junio, decidieron liberar US$ 15.000 millones para aplacar el hambre mundial.

¡Qué cinismo se gasta el G-8! Él es el responsable de que los hambrientos sean multitud. Éstos no existirían si las naciones metropolitanas no adoptasen políticas proteccionistas, barreras aduaneras, transnacionales de agrotóxicos y de semillas transgénicas. No morirían de hambre casi 5 millones de niños al año si el G-8 no manipulase a la OMC, no incentivase la desigualdad social y todo lo que la aumenta: el latifundio, la especulación con los precios de los alimentos, la apropiación privada de la riqueza.

¡Sólo 15.000 millones de dólares! ¿Saben esos señores y señoras del G-8 cuántos millones destinaron para salvar, no a la humanidad, sino al mercado financiero, desde septiembre del 2008 a junio del 2009? ¡Mil veces esa cantidad! 15.000 millones de dólares sirven sólo para ofrecer unos caramelos a algunos hambrientos. Sin contar con que buena parte de esos recursos irá a la bolsa de los corruptos o servirá de moneda de cambio electoral. ‘Le doy un pan, déme un voto’.

Si el G-8 tuviera verdadera intención de erradicar el hambre del mundo promovería cambios en las estructuras mercantilistas que rigen la producción y el comercio mundiales, y canalizaría más recursos hacia las naciones pobres que hacia los agentes del mercado financiero y a la industria bélica.

Si los dueños del mundo quisieran acabar realmente con el hambre declararían el latifundio un crimen de lesa humanidad y permitirían la libre circulación de alimentos, parecido a lo que sucede con el dinero.

De igual manera, si tuvieran también el propósito de erradicar el narcotráfico, en vez de agarrar a unos pocos traficantes, pondrían sus máquinas de guerra a destruir definitivamente los campos de plantación de marihuana, de coca, de opio y de otros vegetales, transformándolos en áreas de agricultura familiar. Sin materias primas no hay traficante capaz de producir droga.

Decir que el G-8 intenta acabar con el hambre o salvar el planeta de la degradación ambiental equivale a esperar que la próxima Navidad Papá Noel traiga de regalo una vida digna para todos los niños pobres. Tanto es el cinismo, que los líderes mundiales prometen establecer bases de sustentabilidad ambiental a partir del 2050.

Ahora bien, si la naturaleza enseña algo obvio es que, a medio plazo, estaremos todos muertos. Si la Tierra ya perdió un 25% de su capacidad de autorregeneración, ¿qué pasará si la humanidad tiene que esperar otros 40 años para que se tomen medidas eficaces?

Si los que no pasan hambre tuvieran, al menos, hambre de justicia, virtud calificada por Jesús como bienaventuranza, entonces la esperanza en un futuro mejor no sería vana.

Frei Betto (Traducción de J.L.Burguet)

33 domingo del tiempo ordinario.


San Marcos 13,24-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: En aquellos días, después de una gran tribulación el sol se hará tinieblas, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del cielo, los ejércitos celestes temblarán. Entonces verán venir al Hijo del hombre sobre las nubes con gran poder y majestad; enviará a los ángeles para reunir a sus elegidos de los cuatro vientos, del extremo de la tierra al extremo del cielo. Aprended lo que os enseña la higuera: cuando las ramas se ponen tiernas y brotan las yemas, sabéis que la primavera está cerca; pues cuando veáis vosotros suceder esto, sabed que él está cerca, a la puerta. Os aseguro que no pasará esta generación antes que todo se cumpla. El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán. El día y la hora nadie lo sabe, ni los ángeles del cielo ni el Hijo, sólo el Padre.

¿QUÉ FUTURO NOS ESPERA? (José Antonio Pagola)
El hombre moderno no espera ya el fin del mundo a breve plazo, y difícilmente se lo imagina a la manera de una catástrofe cósmica. Pero el hombre contemporáneo sabe que en el fondo de su corazón está latente siempre la pregunta más difícil de responder: «¿Qué va a ser de nosotros?»

Cualquiera que sea nuestra ideología, nuestra fe o nuestra postura ante la vida, el verdadero problema al que estamos enfrentados todos es nuestro futuro. ¿En qué van a terminar los esfuerzos, las luchas y las aspiraciones de tantas generaciones de hombres? ¿Cuál es el final que le espera a la historia de la humanidad?

Si lo único que espera a cada hombre y, por lo tanto, a todos los hombres es la nada, ¿qué sentido último pueden tener todas nuestras luchas, esfuerzos y trabajos? Muchos pensarán que la vida no es «una pasión inútil», sino que se justifica suficientemente como lucha por lograr un futuro mejor para las siguientes generaciones. Esa es la fe oculta del hombre moderno que piensa que el progreso científico o la renovación total de la estructura económica y política de la sociedad llevarán un día a los hombres a una satisfacción suficiente de sus aspiraciones.

Un día el hombre «aprenderá» a morirse sin tristeza porque habrá disfrutado de una sociedad suficientemente feliz y gratificante. Pero, ¿no será entonces precisamente cuando la muerte adquiera un tono más trágico que ahora? Cuando se haya alcanzado un nivel tan alto de bienestar, de justicia, de solidaridad social, de disfrute de la vida, ¿no será más duro todavía tener que morirse?

Es aquí donde hay que situar el reto y la promesa de resurrección del mensaje cristiano; es una opción libre de fe, pero no es absurda ni irracional la postura del creyente que lucha y se esfuerza en la renovación y mejora de la sociedad humana, pero lo hace animado por la esperanza de una resurrección final.

32 domingo tiempo ordinario.

Marcos 12, 38-44 En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo: "cuidado con los escribas. Les encanta pasearse con amplios ropajes y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Estos recibirán una sentencia más rigurosa".
Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas del Templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo: "os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir".
El contraste entre las dos escenas es total. En la primera, Jesús pone a la gente en guardia frente a los escribas del templo. Su religión es falsa: la utilizan para buscar su propia gloria y explotar a los más débiles. No hay que admirarlos ni seguir su ejemplo. En la segunda, Jesús observa el gesto de una pobre viuda y llama a sus discípulos. De esta mujer pueden aprender algo que nunca les enseñarán los escribas: una fe total en Dios y una generosidad sin límites.

La crítica de Jesús a los escribas es dura. En vez de orientar al pueblo hacia Dios buscando su gloria, atraen la atención de la gente hacia sí mismos buscando su propio honor. Les gusta «pasearse con amplios ropajes» buscando saludos y reverencias de la gente. En la liturgia de las sinagogas y en los banquetes buscan «los asientos de honor» y «los primeros puestos».

Pero hay algo que, sin duda, le duele a Jesús más que este comportamiento fatuo y pueril de ser contemplados, saludados y reverenciados. Mientras aparentan una piedad profunda en sus «largos rezos» en público, se aprovechan de su prestigio religioso para vivir a costa de las viudas, los seres más débiles e indefensos de Israel según la tradición bíblica.

Precisamente, una de estas viudas va a poner en evidencia la religión corrupta de estos dirigentes religiosos. Su gesto ha pasado desapercibido a todos, pero no a Jesús. La pobre mujer solo ha echado en el arca de las ofrendas dos pequeñas monedas, pero Jesús llama enseguida a sus discípulos pues difícilmente encontrarán en el ambiente del templo un corazón más religioso y más solidario con los necesitados.

Esta viuda no anda buscando honores ni prestigio alguno; actúa de manera callada y humilde. No piensa en explotar a nadie; al contrario, da todo lo que tiene porque otros lo pueden necesitar. Según Jesús, ha dado más que nadie, pues no da lo que le sobra, sino «todo lo que tiene para vivir».

No nos equivoquemos. Estas personas sencillas, pero de corazón grande y generoso, que saben amar sin reservas, son lo mejor que tenemos en la Iglesia. Ellas son las que hacen el mundo más humano, las que creen de verdad en Dios, las que mantienen vivo el Espíritu de Jesús en medio de otras actitudes religiosas falsas e interesadas. De estas personas hemos de aprender a seguir a Jesús. Son las que más se le parecen.

Festividad de Todos los Santos


Mateo 5,1-12a En aquel tiempo, al ver Jesús al gentío subió a la montaña, se sentó y se acercaron sus discípulos, y él se puso a hablar enseñándoles: - Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos los sufridos, porque ellos heredarán la tierra. Dichosos los que lloran, porque ellos serán consolados. Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados. Dichosos los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Dichosos los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Dichosos los que trabajan por la paz, porque ellos se llamarán «los hijos de Dios». Dichosos los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. Dichosos vosotros cuando os insulten, y os persigan, y os calumnien de cualquier modo por mi causa. Estad alegres y contentos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Palabra del Señor.

CREER EN EL CIELO. (José Antonio Pagola)

En esta fiesta cristiana de Todos los Santos, quiero decir cómo entiendo y trato de vivir algunos rasgos de mi fe en la vida eterna.

Creer en el cielo es para mí resistirme a aceptar que la vida de todos y de cada uno de nosotros es solo un pequeño paréntesis entre dos inmensos vacíos. Apoyándome en Jesús, intuyo, presiento, deseo y creo que Dios está conduciendo hacia su verdadera plenitud el deseo de vida, de justicia y de paz que se encierra en la creación y en el corazón da la humanidad.
Creer en el cielo es para mí rebelarme con todas mis fuerzas a que esa inmensa mayoría de hombres, mujeres y niños, que solo han conocido en esta vida miseria, hambre, humillación y sufrimientos, quede enterrada para siempre en el olvido. Confiando en Jesús, creo en una vida donde ya no habrá pobreza ni dolor, nadie estará triste, nadie tendrá que llorar. Por fin podré ver a los que vienen en las pateras llegar a su verdadera patria.
Creer en el cielo es para mí acercarme con esperanza a tantas personas sin salud, enfermos crónicos, minusválidos físicos y psíquicos, personas hundidas en la depresión y la angustia, cansadas de vivir y de luchar. Siguiendo a Jesús, creo que un día conocerán lo que es vivir con paz y salud total. Escucharán las palabras del Padre: Entra para siempre en el gozo de tu Señor.
No me resigno a que Dios sea para siempre un "Dios oculto", del que no podamos conocer jamás su mirada, su ternura y sus abrazos. No me puedo hacer a la idea de no encontrarme nunca con Jesús. No me resigno a que tantos esfuerzos por un mundo más humano y dichoso se pierdan en el vacío. Quiero que un día los últimos sean los primeros y que las prostitutas nos precedan.
Quiero conocer a los verdaderos santos de todas las religiones y todos los ateísmos, los que vivieron amando en el anonimato y sin esperar nada. Un día podremos escuchar estas increíbles palabras que el Apocalipsis pone en boca de Dios: «Al que tenga sed, yo le daré a beber gratis de la fuente de la vida». ¡Gratis! Sin merecerlo. Así saciará Dios la sed de vida que hay en nosotros.

30 domingo tiempo ordinario

Marcos 10,46-52 En aquel tiempo, al salir Jesús de Jericó con sus discípulos y bastante gente, el ciego Bartimeo (el hijo de Timeo) estaba sentado al borde del camino pidiendo limosna. Al oír que era Jesús Nazareno, empezó a gritar: - Hijo de David, ten compasión de mí. Muchos le regañaban para que se callara. Pero él gritaba más: - Hijo de David, ten compasión de mí. Jesús se detuvo y dijo: - Llamadlo. Llamaron al ciego diciéndole: - Ánimo, levántate, que te llama. Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús. Jesús le dijo: - ¿Qué quieres que haga por ti? El ciego le contestó: - Maestro, que pueda ver. Jesús le dijo: - Anda, tu fe te ha curado. Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino.
¿Qué podemos hacer cuando la fe se va apagando en nuestro corazón? Marcos narra la curación del ciego Bartimeo para animar a sus lectores a vivir un proceso que pueda cambiar sus vidas. No es difícil reconocernos en la figura de Bartimeo. Vivimos a veces como «ciegos», sin ojos para mirar la vida como la miraba Jesús. «Sentados», instalados en una religión convencional, sin fuerza para seguir sus pasos. Descaminados, «al borde del camino» que lleva Jesús.

¿Qué podemos hacer? A pesar de su ceguera, Bartimeo «se entera» de que, por su vida, está pasando Jesús. No puede dejar escapar la ocasión y comienza a gritar una y otra vez: «ten compasión de mí». Esto es siempre lo primero: abrirse a cualquier llamada u oportunidad que nos invita a curar nuestra vida. Este grito humilde y sincero, repetido desde el fondo del corazón, puede ser para nosotros el comienzo de una vida nueva.

Jesús no pasará de largo. El ciego sigue en el suelo, lejos de Jesús, pero Bartimeo da tres pasos que van a cambiar su vida. «Arroja el manto» porque le estorba para encontrarse con Jesús. Luego, «da un salto» decidido; de esta manera «se acerca» a Jesús. Es lo que necesitamos muchos de nosotros: liberarnos de ataduras que ahogan nuestra fe; tomar, por fin, una decisión sin dejarla para más tarde; y ponernos ante Jesús con confianza sencilla y nueva. Cuando Jesús le pregunta qué quiere de él, el ciego no duda. Sabe muy bien lo que necesita: «Maestro, que pueda ver». Es lo más importante. Cuando uno comienza a ver las cosas de manera nueva, su vida se transforma.



29 domingo tiempo ordinario. Entre vosotros, nada de eso.


Marcos 10,35-45 En aquel tiempo se acercaron a Jesús los hijos de Zebedeo, Santiago y Juan, y le dijeron: - Maestro, queremos que hagas lo que te vamos a pedir. Les preguntó: - ¿Qué queréis que haga por vosotros? Contestaron: - Concédenos sentarnos en tu gloria uno a tu derecha y otro a tu izquierda. Jesús replicó: - No sabéis lo que pedís, ¿sois capaces de beber el cáliz que yo he de beber, o de bautizaros con el bautismo con que yo me voy a bautizar? Contestaron: - Lo somos. Jesús les dijo: - El cáliz que yo voy a beber lo beberéis, y os bautizaréis con el bautismo con que yo me voy a bautizar, pero el sentarse a mi derecha o a mi izquierda no me toca a mí concederlo; está ya reservado. Los otros diez, al oír aquello, se indignaron contra Santiago y Juan. Jesús, reuniéndolos, les dijo: - Sabéis que los que son reconocidos como jefes de los pueblos los tiranizan, y que los grandes los oprimen. Vosotros nada de eso: el que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos. Porque el Hijo del hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.

Camino de Jerusalén, Jesús va advirtiendo a sus discípulos del destino dificil y doloroso que le espera a él y a los que sigan sus pasos. Pero Santiago y Juan, los hijos del Zebedeo, se separan del grupo y se acercan ellos solos a Jesús. Quieren hacerse con los puestos más privilegiados y ser los primeros en el proyecto de Jesús, tal como ellos lo imaginan. Su petición es una ridícula ambición: «Queremos que hagas lo que te vamos a pedir ». Quieren que Jesús los ponga por encima de los demás. Jesús parece sorprendido. «No sabéis lo que pedís». No le han entendido nada. Con paciencia grande los invita a que se pregunten si son capaces de compartir su destino doloroso. Cuando se enteran de lo que ocurre, los otros diez discípulos se llenan de indignación contra Santiago y Juan. También ellos tienen las mismas aspiraciones. La ambición los divide y enfrenta. La búsqueda de honores y protagonismos rompen siempre la comunión, la hermandad, la igualdad en la comunidad cristiana. El hecho es tan grave que Jesús «los reúne » para dejar claro cuál es la actitud que ha de caracterizar siempre a sus seguidores. Saben de sobra cómo actúan los romanos, «jefes de los pueblos » y «grandes » de la tierra: tiranizan a las gentes, las someten y hacen sentir a todos el peso de su poder. Pues bien, «vosotros nada de eso». Entre sus seguidores, todo ha de ser diferente: «El que quiera ser grande, sea vuestro servidor; y el que quiera ser primero, sea esclavo de todos». La grandeza de una persona no se mide por el poder que se tiene, el rango que se ocupa o los títulos que se ostentan. Quien ambiciona estas cosas, en la Iglesia de Jesús, no se hace más grande sino más insignificante y ridículo. En realidad, es un estorbo para promover el estilo de vida querido por Jesús. En la Iglesia todos hemos de ser servidores. Nuestro ejemplo es Jesús. No vivió nunca «para ser servido, sino para servir». Tenemos que estar muy atentos para que estas maneras propias del mundo en que vivimos no se nos contagien en la comunidad de los que seguimos al Jesús. Esto pasa con mucha frecuencia, y casi sin darnos cuenta.

28 Domingo TO. 11 octubre 2009

Evangelio según san Marcos 10,17-30

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:
- Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?
Jesús le contestó:
- ¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.
Ya sabes los mandamientos: no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.
Él replicó:
- Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.
Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo:
- Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.
A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.
Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:
- ¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el Reino de Dios!
Los discípulos se extrañaron de estas palabras.
Jesús añadió:
- Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el Reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es a un camello pasar por el ojo de una aguja, que a un rico entrar en el Reino de Dios.
Ellos se espantaron y comentaban:
- Entonces, ¿quién puede salvarse?
Jesús se les quedó mirando y les dijo:
- Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.
[Pedro se puso a decirle:
- Ya ves que nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido.
Jesús dijo:
- Os aseguro, que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más -casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones-, y en la edad futura vida eterna.]


Llega "corriendo" un desconocido que "cae de rodillas" ante él para retenerlo. Necesita urgentemente a Jesús. No es un enfermo que pide curación. No es un leproso. Su petición es otra: lo que él busca en aquel maestro bueno es luz para orientar su vida: «¿Qué haré para heredar la vida eterna?» quiere saber qué ha de hacer él personalmente. Antes que nada, Jesús le recuerda que «no hay nadie bueno más que Dios». Antes de plantearnos qué hay que "hacer", hemos de saber que vivimos ante un Dios; en su bondad hemos de apoyar nuestra vida. Luego, le recuerda «los mandamientos» de ese Dios Bueno. Según la tradición bíblica, ése es el camino para la vida eterna. La respuesta del hombre es admirable: todo eso lo ha cumplido desde pequeño, pero está buscando algo más. «Jesús se le queda mirando con cariño». Jesús entiende muy bien su insatisfacción: «una cosa te falta». En el ser humano hay una aspiración más profunda. Jesús le invita a orientar su vida de una forma nueva: lo primero es no vivir agarrado a sus posesiones, «vende lo que tienes»; lo segundo, ayudar a los pobres, «dales tu dinero»; por último, «ven y sígueme». El hombre se levanta y se aleja de Jesús, y se va triste. Sabe que nunca podrá conocer la alegría y la libertad de quienes siguen a Jesús. Marcos nos explica que "era muy rico". ¿No es ésta nuestra experiencia? ¿No vivimos atrapados por el bienestar material? ¿No le falta a nuestra religión el amor a los pobres? ¿No nos falta la alegría y libertad de los seguidores de Jesús?

27 domingo TO. 4 octubre 2009

Evangelio según san Marcos 10,2-16
En aquel tiempo, se acercaron unos fariseos y le preguntaron a Jesús para ponerlo a prueba:
- ¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su mujer?
Él les replicó:
- ¿Qué os ha mandado Moisés?
Contestaron:
- Moisés permitió divorciarse dándole a la mujer un acta de repudio.
Jesús les dijo:
- Por vuestra terquedad dejó escrito Moisés este precepto. Al principio de la creación Dios los creó hombre y mujer. Por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne. De modo que ya no son dos, sino una sola carne. Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre.
En casa, los discípulos volvieron a preguntarle sobre lo mismo.
Él les dijo:
- Si uno se divorcia de su mujer y se casa con otra, comete adulterio contra la primera. Y si ella se divorcia de su marido y se casa con otro, comete adulterio.
[Le presentaron unos niños para que los tocara, pero los discípulos les regañaban.
Al verlo, Jesús se enfadó y les dijo:
- Dejad que los niños se acerquen a mí: no se lo impidáis; de los que son como ellos es el Reino de Dios. Os aseguro que el que no acepte el Reino de Dios como un niño, no entrará en él. Y los abrazaba y los bendecía imponiéndoles las manos.


Algunos tratan de acercar a Jesús a unos niños y niñas que corretean por allí. Lo único que buscan es que aquel hombre de Dios los pueda tocar para comunicarles algo de su fuerza y de su vida. Al parecer, era una creencia popular. Los discípulos se molestan y tratan de impedirlo. Se atribuyen el poder de decidir quiénes pueden llegar hasta Jesús y quiénes no. Jesús se indigna. «Dejad que los niños se acerquen a mí. No se lo impidáis». Son, precisamente, los pequeños, débiles e indefensos, los primeros que han de tener abierto el acceso a Jesús. Para Dios y en el grupo de Jesús, los que molestan no son los pequeños, sino los grandes y poderosos, los que quieren dominar y ser los primeros. El centro de la comunidad cristiana, no ha de estar ocupado por personas fuertes y poderosas que se imponen a los demás desde arriba. La Iglesia es una comunidad en la que hombres y mujeres buscan el último lugar para acoger, servir, abrazar y bendecir a los más débiles y necesitados. El reino de Dios no se extiende por la imposición de los grandes sino por la acogida y defensa de los pequeños. Si los débiles y necesitados se convierten en el centro de atención y cuidado, ahí está llegando el reino de Dios.

Un vídeo muy interesante sobre la gripe A

Es un vídeo muy interesante, tiene una duración de 50 minutos, pero merece la pena llegar hasta el final. Cada uno sacará sus conclusiones...

http://vimeo.com/6790193

Cristo de las Aguas

Foto de la fiesta de este año 2009.
Muchas gracias a todos.

Domingo 26 del tiempo ordinario. 27 septiembre 09

Evangelio según san Marcos 9,38-43. 45. 47-48

Dijo Juan a Jesús: - Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre, y se lo hemos querido impedir, porque no es de los nuestros. Jesús respondió: - No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro. Y, además, el que os dé a beber un vaso de agua, porque seguís al Mesías, os aseguro que no se quedará sin recompensa. El que escandalice a uno de estos pequeñuelos que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar. Si tu mano te hace caer, córtatela: más te vale entrar manco en la Vida, que ir con las dos manos al infierno, al fuego que no se apaga. Y si tu pie te hace caer, córtatelo: más te vale entrar cojo en la Vida, que ser echado con los dos pies al infierno. Y si tu ojo te hace caer, sácatelo: más te vale entrar tuerto en el Reino de Dios, que ser echado con los dos ojos al infierno, donde el gusano no muere y el fuego no se apaga.
Los cristianos no terminamos de superar una mentalidad de casta privilegiada que nos impide apreciar todo el bien que se realiza en ámbitos alejados de la fe. Pensamos que somos nosotros los únicos portadores de la verdad, y que el Espíritu de Dios sólo actúa a través de nosotros. Una falsa interpretación del mensaje de Jesús. El reino de Dios se extiende más allá de la institución eclesial. No crece sólo entre los cristianos sino entre todos aquellos hombres de buena voluntad que hacen crecer en el mundo la fraternidad. Según Jesús, todo aquél que «echa demonios en su nombre» está evangelizando. Todo hombre, grupo o partido capaz de «echar demonios» de nuestra sociedad y de colaborar en la construcción de un mundo mejor, está, de alguna manera, abriendo camino al reino de Dios. Es fácil que también a nosotros como a los discípulos, nos parezca que no son de los nuestros, porque no entran en nuestras iglesias ni asisten a nuestros cultos. Sin embargo, según Jesús, «el que no está contra nosotros, está a favor nuestro». Todos los que, de alguna manera, luchan por la causa del hombre, están con nosotros. Los cristianos deberíamos valorar todos los logros humanos grandes o pequeños, y todos los triunfos de la justicia que se alcanzan en el campo político, económico o social. Los políticos que luchan por una sociedad más justa, los periodistas que se arriesgan por defender la verdad y la libertad, los obreros que logran una mayor solidaridad, los educadores que se desviven por educar para la responsabilidad; aunque no parezcan siempre ser de los nuestros, «están a favor nuestro» si se esfuerzan por un mundo más humano.

Sobre la mujer...

Para llorar… DISPARATES HISTÓRICOS SOBRE LA MUJER

“Cuando una mujer tuviera una conducta desordenada y dejara de cumplir sus obligaciones del hogar, el marido puede someterla y esclavizarla. Esta esclavitud puede, incluso, ejercerse en la casa de un acreedor del marido y, durante el período en que durase, le es lícito (al marido) contraer un nuevo matrimonio". Código de Hamurabi (Constitución Nacional de Babilonia, otorgada por el rey Hamurabi, que la concibió bajo inspiración divina, siglo XVII a.C.)

“La mujer debe adorar al hombre como a un dios. Cada mañana debe arrodillarse, nueve veces consecutivas, a los pies del marido y, con los brazos cruzados, preguntarle: ¿Señor, que deseáis que haga?” Zaratustra (filósofo persa, siglo VII a.C)

“La naturaleza solo hace mujeres cuando no puede hacer hombres. La mujer es, por tanto, un hombre inferior." Aristóteles (filósofo, guía intelectual y preceptor griego de Alejandro el Grande, siglo IV a.C.)

“Aunque la conducta del marido sea censurable, aunque éste se dé a otros amores, la mujer virtuosa debe reverenciarlo como a un dios. Durante la infancia, una mujer debe depender de su padre, al casarse de su marido, si éste muere, de sus hijos y si no los tuviera, de su soberano. Una mujer nunca debe gobernarse a sí misma." Leyes de Manu (Libro Sagrado de la India, Siglo III a. C.)

"Que las mujeres estén calladas en las iglesias, porque no les es permitido hablar. Si quisieran ser instruidas sobre algún punto, pregunten en casa a sus maridos.” San Pablo (apóstol cristiano, año 67 d.C.)

“Los hombres son superiores a las mujeres porque Alá les otorgó la primacía sobre ellas. Por tanto, dio a los varones el doble de de lo que dio a las mujeres. Los maridos que sufrieran desobediencia de sus mujeres pueden castigarlas: abandonarlas en sus lechos, e incluso golpearlas. No se legó al hombre mayor calamidad que la mujer." El Corán (libro sagrado de los musulmanes, recitado por Alá a Maomé en el siglo VI)

“Cuando un hombre fuera reprendido en público por una mujer, tiene derecho a golpearla con el puño, el pié y romperle la nariz para que así, desfigurada, no se deje ver, avergonzada de su faz. Y le está bién merecido, por dirigirse al hombre con maldad y lenguaje osado." Le Ménagier de Paris (Tratado de conducta moral y costumbres de Francia, siglo XIV)

“Los niños, los idiotas, los lunáticos y las mujeres no pueden y no tienen capacidad para efectuar negocios.” Enrique VII (rey de Inglaterra, jefe de la Iglesia Anglicana, siglo XVI)

“El peor adorno que una mujer puede querer usar es ser sabia.” Lutero (teólogo alemán, reformador protestante, siglo XVI)

"Todas las mujeres que sedujeran y llevaran al matrimonio los súbditos de Su Majestad mediante el uso de perfumes, pinturas, dientes postizos, pelucas y relleno en caderas y pechos, incurrirían en delito de brujería y el casamiento quedaría automáticamente anulado." Constitución Nacional Inglesa (ley del siglo XVIII)

A la vista de estos textos, es evidente lo difícil que ha sido para las mujeres conseguir la actual casi igualdad con el hombre.

Y para enjugar en parte las lágrimas…

"Mujeres, sois lo mejor del mundo,
la alegría de la creación,
la sonrisa de la naturaleza,
el calor del hogar,
la intuición del saber,
la compañía de la ternura,
la belleza del ser.
Lleváis en vosotras la historia de la raza humana,
las tradiciones de la tribu,el moldear cuerpos y almas,
el inspirar a los que inspiran
y el regir a los que rigen,
el estar presente en todo sin ser vistas,
y el ser vistas por todos con la callada envidia
y oculta adoración de todo hombre que admira a toda mujer
pero no se lo admite ni a sí mismo
por temor o soberbia.
La mujer es la corona de la creación
y toda la creación lo sabe...
pero una cosa es saberlo y otra reconocerlo en la práctica. En eso la sociedad va todavía muy por detrás de la realidad y la Iglesia aún por detrás de la sociedad. En veinte siglos de cristianismo organizado, a la mujer no se le ha dado el puesto que le corresponde en la Iglesia...."
Carlos Vallés s.j. ("Querida Iglesia")

Cruces y Cristos... Paredes y parados...

Parece que alguien se propone una tarea ardua. Me refiero a la de retirar crucifijos de los lugares públicos. Tarea ardua, por no decir imposible, y no porque los cristianos vayan a crear dificultades –a los cristianos se les exige ser respetuosos con todo el mundo-, sino por la naturaleza misma de la empresa, pues se trata de retirar, no estatuas o ídolos, sino símbolos, y los símbolos se rebelan cuando alguien pretende suprimirlos, ya sea con razones o con leyes.

El crucifijo recuerda y representa –simboliza- a un hombre que pasó por el mundo haciendo el bien, y que fue violentado por la injusticia de los poderosos, acosado sobre todo por los poderes religiosos de su tiempo.

El crucifijo recuerda y representa a los humildes que nadie toma en consideración, a los oprimidos que no se rinden, a los excluidos que mantienen la esperanza.

Además, para muchos, el crucifijo recuerda y representa el amor que Dios les tiene y al que Dios los llama, la gracia y la justicia que Dios les ofrece y que ellos agradecen, la paz que sólo de Dios les puede venir y que nadie les puede quitar.

Se podrá retirar de los espacios públicos un símbolo, pero otros mil lo sustituirán. Por las aulas de las escuelas se pasearán la A y la Z, que evocan el principio y el fin; la T y la X, que forman la cruz; las JHS, que van diciendo «Jesús». ¡Hablará de Cristo todo el abecedario!

Y los niños dibujarán peces y panes y racimos, y el profesor hablará sentado en su cátedra y detrás de una mesa, y peces, pan y uvas, cátedra y mesa hablarán a su modo de un hombre de nombre Jesús, que se hizo palabra y comida para la vida de todos. Y desde las páginas de cualquier libro, se asomará al horizonte de la mirada el perfil de un velero, y entre las velas los ojos adivinarán la cruz. Con la cruz echaremos el ancla, y a la cruz amarraremos las estachas de nuestra embarcación.

¡Hasta el Juan Sebastián de Elcano habrá de ser desmantelado si no se quiere que los símbolos hablen de Cristo! Y si, cargados de razón, nos empeñásemos en que las paredes de los espacios públicos han de quedar en blanco, no podríamos evitar que aquel blanco, que ha superado los controles más escrupulosos de la laicidad, nos hablase de un hombre al que la resurrección revistió con luz de inmortalidad.

Y luego aún quedan ellos, los de siempre, hombres y mujeres que llenan los espacios públicos. Se podrá retirar de allí un crucifijo, todos los crucifijos, pero mientras no se retire al hombre, allí estará Cristo, con su cruz y con la nuestra.

Mejor nos iría, si nos dedicáramos todos a bajar de sus cruces a los pobres cristos: Menos preocupación por las paredes, y más atención a los parados, a los inmigrantes, a los sin techo, a los discapacitados, a los excluidos… ¡a Cristo!

+ Fr. Santiago Agrelo. Arzobispo de Tánger




Paraísos fiscales


Impuestos


24 domingo del tiempo ordinario

Renuncia, sacrificio, esfuerzo, entrega, disciplina... Son palabras muy difíciles de entender en la sociedad actual. Lo importante es disfrutar de la vida al máximo, ahora mismo. Gozar de todo. No detenerse ante nada. Poseer siempre más. No perdernos nada que nos apetezca. ¿Cómo pueden resonar en nuestra sociedad las palabras de Jesús: «Mirad, el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por el evangelio, la salvará»? Hemos de entender bien la llamada de Jesús. No se trata de renunciar a esta vida terrena para alcanzar un día la del cielo. Lo que se le pide al discípulo es entender su vida en términos de entrega y no de posesión. Apostar por el amor y la solidaridad, y no por el egoísmo y el acaparamiento. Las palabras de Jesús son tajantes. Quien quiera «salvar» su tranquilidad, su cuenta corriente, su vida privada, sus intereses... al margen del evangelio, destruirá su vida para siempre. Se echará a perder como persona, pues está prescindiendo del amor. Por el contrario, quien sepa «perder» dinero, tiempo, comodidad, tranquilidad... por vivir el espíritu del evangelio, salvará su vida. Alcanzará la plenitud de la vida, pues su existencia se alimenta del amor.

Hambruna mundial. El cinismo de los líderes.

El hambre es lo más letal que ha inventado la injusticia humana. Causa más muertes que todas las guerras. Elimina a cerca de 23.000 vidas al día, ¡casi mil personas por hora! Las principales víctimas son los niños.

Al día de hoy son ya 950 millones las personas amenazadas por el hambre crónica. Eran 800 millones el año pasado. Pero aumentó el número debido a la expansión del agronegocio, cuyas tecnologías encarecen los alimentos, y a la mayor extensión de áreas destinadas al cultivo de agrocombustibles, producidos para saciar el hambre de las máquinas y no de la gente.

El ser humano soporta casi todo: políticos corruptos, humillaciones, agresiones, indiferencias, la opulencia de unos pocos. Hasta el plato vacío. Por eso incluso se puede decir que nadie muere por la falta completa de alimentos. Los hambrientos, cuando no tienen nada que comer, llevan a la boca, para engañar el hambre, sobras recogidas en la basura, lagartos, ratones, gatos, hormigas e insectos varios. La falta de vitaminas, carbohidratos y otros nutrientes esenciales debilita el organismo y lo hace vulnerable a las enfermedades. Los niños raquíticos mueren de un sencillo resfriado, por carencia de defensas.

Hay apenas cuatro factores de muerte precoz: accidentes (de trabajo o de tránsito), violencia (asesinato, terrorismo o guerra), enfermedades (cáncer o sida) y hambre. Ésta produce el mayor número de víctimas. Sin embargo es el factor que menos movilizaciones suscita. Hay campañas contra el terrorismo o la violencia de género, pero ¿quién protesta contra el hambre?

Los miserables no hacen protestas. Sólo quien come se pone en huelga, sale a las calles, manifiesta en público su descontento y reivindicaciones. Como esa gente no sufre amenaza de hambre, los hambrientos son ignorados.

Ahora los líderes de las naciones más ricas y poderosas del mundo, reunidos en el G-8, en L’Aquila, Italia, a principios de junio, decidieron liberar US$ 15.000 millones para aplacar el hambre mundial.

¡Qué cinismo se gasta el G-8! Él es el responsable de que los hambrientos sean multitud. Éstos no existirían si las naciones metropolitanas no adoptasen políticas proteccionistas, barreras aduaneras, transnacionales de agrotóxicos y de semillas transgénicas. No morirían de hambre casi 5 millones de niños al año si el G-8 no manipulase a la OMC, no incentivase la desigualdad social y todo lo que la aumenta: el latifundio, la especulación con los precios de los alimentos, la apropiación privada de la riqueza.

¡Sólo 15.000 millones de dólares! ¿Saben esos señores y señoras del G-8 cuántos millones destinaron para salvar, no a la humanidad, sino al mercado financiero, desde septiembre del 2008 a junio del 2009? ¡Mil veces esa cantidad! 15.000 millones de dólares sirven sólo para ofrecer unos caramelos a algunos hambrientos. Sin contar con que buena parte de esos recursos irá a la bolsa de los corruptos o servirá de moneda de cambio electoral. ‘Le doy un pan, déme un voto’.

Si el G-8 tuviera verdadera intención de erradicar el hambre del mundo promovería cambios en las estructuras mercantilistas que rigen la producción y el comercio mundiales, y canalizaría más recursos hacia las naciones pobres que hacia los agentes del mercado financiero y a la industria bélica.

Si los dueños del mundo quisieran acabar realmente con el hambre declararían el latifundio un crimen de lesa humanidad y permitirían la libre circulación de alimentos, parecido a lo que sucede con el dinero.

De igual manera, si tuvieran también el propósito de erradicar el narcotráfico, en vez de agarrar a unos pocos traficantes, pondrían sus máquinas de guerra a destruir definitivamente los campos de plantación de marihuana, de coca, de opio y de otros vegetales, transformándolos en áreas de agricultura familiar. Sin materias primas no hay traficante capaz de producir droga.

Decir que el G-8 intenta acabar con el hambre o salvar el planeta de la degradación ambiental equivale a esperar que la próxima Navidad Papá Noel traiga de regalo una vida digna para todos los niños pobres. Tanto es el cinismo, que los líderes mundiales prometen establecer bases de sustentabilidad ambiental a partir del 2050.

Ahora bien, si la naturaleza enseña algo obvio es que, a medio plazo, estaremos todos muertos. Si la Tierra ya perdió un 25% de su capacidad de autorregeneración, ¿qué pasará si la humanidad tiene que esperar otros 40 años para que se tomen medidas eficaces?

Si los que no pasan hambre tuvieran, al menos, hambre de justicia, virtud calificada por Jesús como bienaventuranza, entonces la esperanza en un futuro mejor no sería vana.

Frei Betto (Traducción de J.L.Burguet)


9 agosto, 19 domingo del tiempo ordinario

Juan 6,41-51
En aquel tiempo, los judíos criticaban a Jesús porque había dicho: «Yo soy el pan bajado del cielo», y decían: - «¿No es éste Jesús, el hijo de José? ¿No conocemos a su padre y a su madre? ¿Cómo dice ahora que ha bajado del cielo?». Jesús tomó la palabra y les dijo: - «No critiquéis. Nadie puede venir a mí, si no lo trae el Padre que me ha enviado. Y yo lo resucitaré el último día. Está escrito en los profetas: 'Serán todos discípulos de Dios'. Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende viene a mí. No es que nadie haya visto al Padre, a no ser el que procede de Dios: ése ha visto al Padre. Os lo aseguro: el que cree tiene vida eterna. Yo soy el pan de la vida. Vuestros padres comieron en el desierto el maná y murieron: éste es el pan que baja del cielo, para que el hombre coma de él y no muera. Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo».
ATRACCIÓN POR JESÚS
Jesús es «pan bajado del cielo ». En Jesucristo podemos alimentarnos de una fuerza, una luz, una esperanza, un aliento vital... que vienen del misterio mismo de Dios, el Creador de la vida. Jesús es «el pan de la vida ». Por eso, no es posible encontrarse con él de cualquier manera. Hemos de ir a lo más hondo de nosotros mismos, abrirnos a Dios y «escuchar lo que nos dice el Padre ». Lo más atractivo de Jesús es su capacidad de dar vida. El que cree en Jesucristo y sabe entrar en contacto con él, conoce una vida diferente, de calidad nueva, una vida que, de alguna manera, pertenece ya al mundo de Dios. Juan se atreve a decir que «el que coma de este pan, vivirá para siempre».
Si, en nuestras comunidades cristianas, no nos alimentamos del contacto con Jesús, seguiremos ignorando lo más esencial y decisivo del cristianismo. Por eso, nada hay más urgente que cuidar bien nuestra relación con Jesús el Cristo. Si no nos sentimos atraídos por ese Dios encarnado en un hombre tan humano, cercano y cordial, nadie nos sacará del estado de mediocridad en que vivimos. Si Jesús no nos alimenta con su Espíritu de creatividad, seguiremos atrapados en el pasado, viviendo nuestra religión como en otras épocas y para otros tiempos que no son los nuestros.

Pandemia del lucro


¿Qué intereses económicos se mueven detrás de la gripe porcina?

En el mundo, cada año mueren dos millones de personas víctimas de la malaria, que se podría prevenir con un mosquitero. Y los noticieros no dicen nada de esto.
En el mundo, cada año mueren dos millones de niños y niñas de diarrea, que se podría curar con un suero oral de 25 centavos. Y los noticieros no dicen nada de esto.
Sarampión, neumonía, enfermedades curables con vacunas baratas, provocan la muerte de diez millones de personas en el mundo cada año. Y los noticieros no informan nada…
Pero hace unos años, cuando apareció la famosa gripe aviar… … los informativos mundiales se inundaron de noticias… chorros de tinta, señales de alarma…
¡Una epidemia, la más peligrosa de todas!... ¡Una pandemia!Sólo se hablaba de la terrorífica enfermedad de los pollos.
Y sin embargo, la gripe aviar sólo provocó la muerte de 250 personas en todo el mundo. 250 muertos durante 10 años, lo que da un promedio de 25 víctimas por año.
La gripe común mata medio millón de personas cada año en el mundo. Un momento, un momento, entonces, ¿por qué se armó tanto escándalo con la gripe de los pollos?
Porque detrás de esos pollos había un “gallo”, un gallo de espuela grande. La farmacéutica trasnacional Roche con su famoso Tamiflú vendió millones de dosis a los países asiáticos.
Aunque el Tamiflú es de dudosa eficacia, el gobierno británico compró 14 millones de dosis para prevenir a su población. Con la gripe de los pollos, Roche y Relenza, las dos grandes empresas farmaceúticas que venden los antivirales, obtuvieron miles de millones de dólares de ganancias.
Antes con los pollos y ahora con los cerdos. Sí, ahora comenzó la sicosis de la gripe porcina. Y todos los noticieros del mundo sólo hablan de esto… Ya apenas se dice nada de la crisis económica ni de los torturados en Guantánamo…Sólo la gripe porcina, la gripe de los cerdos, la gripe A.
Y yo me pregunto: si detrás de los pollos había un “gallo”… ¿detrás de los cerditos… no habrá un “gran cerdo”?
Miremos lo que dice un ejecutivo de los laboratorios Roche…"A nosotros nos preocupa mucho esta epidemia, tanto dolor… por eso, ponemos a la venta el milagroso Tamiflú".
¿Y a cuánto venden el “milagroso” Tamiflú?50 dólares la cajita. ¿50 dólares esa cajita de pastillas? Comprenda, señora, que… los milagros se pagan caros. Lo que comprendo es que esas empresas sacan buena tajada del dolor ajeno…

La empresa norteamericana Gilead Sciences tiene patentado el Tamiflú. El principal accionista de esta empresa es nada menos que un personaje siniestro, Donald Rumsfeld, secretario de defensa de George Bush, artífice de la guerra contra Irak…
Los accionistas de las farmaceúticas Roche y Relenza están frotándose las manos, están felices por sus ventas nuevamente millonarias con el dudoso Tamiflú. La verdadera pandemia es el lucro, las enormes ganancias de estos mercenarios de la salud.
No negamos las necesarias medidas de precaución que están tomando los países. Pero si la gripe porcina es una pandemia tan terrible como anuncian los medios de comunicación, si a la Organización Mundial de la Salud le preocupa tanto esta enfermedad, ¿por qué no la declara como un problema de salud pública mundial y autoriza la fabricación de medicamentos genéricos para combatirla?

Prescindir de las patentes de Roche y Relenza y distribuir medicamentos genéricos gratuitos a todos los países, especialmente los pobres. Esa sería la mejor solución.

La esencia del cristianismo. 18 domingo tiempo ordinario.


Juan 6,24-35
La gente necesita a Jesús y lo busca. Según el evangelista, muchos lo hacen porque el día anterior les ha distribuido pan para saciar su hambre. Jesús comienza a conversar con ellos. El pan material es muy importante. Él mismo les ha enseñado a pedir a Dios «el pan de cada día» para todos. Pero el ser humano necesita algo más. Jesús quiere ofrecerles un alimento que puede saciar para siempre su hambre de vida. Jesús les está abriendo un horizonte nuevo, pero no saben qué hacer, ni por dónde empezar: « y ¿qué obras tenemos que hacer para trabajar en lo que Dios quiere? »; quieren trabajar en lo que Dios quiere. La respuesta de Jesús: lo que Dios quiere es «que creáis en el que él ha enviado». Dios sólo quiere que crean en Jesucristo; en esto han de trabajar. Lo demás es secundario. Necesitamos descubrir de nuevo que toda la fuerza y la originalidad de la Iglesia está en creer en Jesucristo y seguirlo. No somos adeptos de una religión de "creencias" y de "prácticas" sino de una forma de vivir como Jesús. La fe cristiana no consiste en cumplir prácticas y normas, sino en aprender a vivir un estilo de vida que nace de la relación viva y confiada en Jesús el Cristo. Nos vamos haciendo cristianos en la medida en que aprendemos a pensar, sentir, amar, trabajar, sufrir y vivir como Jesús.

Nuestro gran pecado 17 domingo tiempo ordinario

Jn 6,1-15 La multiplicación de los panes es algo que todos los evangelistas recuerdan. Les conmovía pensar que aquel hombre de Dios se había preocupado de alimentar a una muchedumbre que se había quedado sin lo necesario para comer.

Jesús es el primero que piensa en el hambre de aquel gentío que ha acudido a escucharlo. Esta gente necesita comer; hay que hacer algo por ellos. Así era Jesús. Vivía pensando en las necesidades básicas del ser humano.

Felipe le hace ver que no tienen dinero. Los discípulos, todos son pobres: no pueden comprar pan para tantos. Jesús lo sabe. Los que tienen dinero no resolverán nunca el problema del hambre en el mundo. Se necesita algo más que dinero.

Jesús les va a ayudar a descubrir un camino diferente: antes que nada, es necesario que nadie acapare lo suyo para sí mismo, mientras haya otros que pasan hambre, aunque sólo sean «cinco panes de cebada y un par de peces».

Esa es la actitud de Jesús sencilla y humana. Pero, ¿quién nos va enseñar a nosotros a compartir, si solo sabemos comprar? ¿Quién nos va a liberar de nuestra indiferencia ante los que mueren de hambre? ¿Hay algo que nos pueda hacer más humanos? ¿Se producirá algún día ese "milagro" de la solidaridad real entre todos?

Jesús piensa en Dios, por eso, toma los alimentos que han recogido en el grupo, «levanta los ojos al cielo y dice la acción de gracias». La Tierra y todo lo que nos alimenta lo hemos recibido de Dios. Es regalo del Padre destinado a todos sus hijos e hijas. Si vivimos privando a otros de lo que necesitan para vivir es que nos hemos olvidado de Dios, aunque recemos cada día. Es nuestro gran pecado que casi nunca confesamos.

Al compartir el pan de la Eucaristía, los primeros cristianos se sentían alimentados por Cristo resucitado, pero, al mismo tiempo, recordaban el gesto de Jesús y compartían sus bienes con los más necesitados. Se sentían hermanos. No habían olvidado todavía el Espíritu de Jesús.

Santiago Apóstol

Me gusta más la imagen de Santiago Apóstol, como peregrino, que como matamoros. La imágen de Santiago matamoros, surge con motivo de la Batalla de Clavijo, en la lucha contra los musulmanes: la fe del pueblo expresa así la cercanía y la fortaleza que le dio en dicha batalla Santiago Apóstol. Pero me gusta más verle como un peregrino: eso fue en verdad, alguien que iba llevando a todos la Buena Noticia del Amor de Dios, del Reino de Dios. La tradición dice que llegó hasta España. Felicidades a todos los santiagos.