María de Magdala ha anunciado a los discípulos de Jesús su experiencia de que Jesús vive; pero ellos siguen encerrados en una casa con las puertas atrancadas por miedo a los judíos, por miedo a que les hagan a ellos lo mismo que a Jesús.
No basta saber que Jesús ha resucitado, no es suficiente escuchar el mensaje de Pascua: ¡Ha resucitado! A aquellos discípulos y a nosotros nos falta lo más importante, tener la experiencia de sentir vivo y presente a Jesús, en medio de nuestra vida.
Solo cuando Jesús ocupa el centro de nuestra vida, de la comunidad cristiana se convierte en fuente de vida y de alegría, de paz para los creyentes. En una comunidad cristiana se despierta la alegría, cuando en ella, en medio de todos es posible "ver" a Jesús vivo. Solo cuando Él sea el centro de nuestras reuniones, encuentros y asambleas...
Muchas veces somos nosotros mismos los que lo ocultamos, los que no dejamos que se "vea", que se note su presencia.
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