17 febrero 2º domingo de cuaresma: La transfiguración

Para ser cristiano, lo importante no es qué cosas cree una persona sino qué relación vive con Jesús. Las creencias, por lo general, no cambian nuestra vida. Uno puede creer que existe Dios, que Jesús ha resucitado y muchas cosas más, y no ser un buen cristiano. Es la relación con Jesús y el contacto con él lo que nos puede transformar.

La «transfiguración» de Jesús era un texto muy querido entre los primeros cristianos pues, entre otras cosas, les animaba a creer sólo en Jesús. Aparece con el rostro transfigurado. Desde el interior de una nube se escucha una voz: «Éste es mi hijo querido. Escuchadle a él».

Lo importante es escuchar a Jesús y oír su voz. Lo decisivo no es creer en la tradición ni en las instituciones sino centrar nuestra vida en Jesús. Vivir una relación consciente y cada vez más vital y honda con Jesucristo. Sólo entonces se puede escuchar su voz en medio de la vida.

Sólo esta comunión creciente con Jesús va transformando nuestros criterios, va cambiando nuestra manera de ver la vida y de vivirla.

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