EL ALPINISTA

Un alpinista, apasionado por conquistar la cima más alta, inició su travesía después de una intensa preparación. Quería toda la gloria para él y quiso subir sin compañeros, en solitario. Comenzó sin problemas, pero fue pasando el tiempo y se iba poniendo el sol. No quiso detenerse para acampar, sino que siguió subiendo. Cayó la noche sobre la gran montaña. Las nubes ocultaban la luna y las estrellas. Pero él, como sabía que la cima estaba cerca, siguió subiendo.
De pronto resbaló y cayó a velocidad de vértigo. Unos instantes que no parecían acabar. De pronto sintió un fuerte tirón de la larga soga que lo amarraba de su cintura a los clavos fijados en la roca de la montaña. En ese instante, después del brusco detenerse en su caída, gritó: "¡Ayúdame, Dios mío!" En medio de la oscuridad sentía que su vida estaba en peligro, colgada de la gran montaña. Una voz desde la oscuridad le contestó: "Y ¿qué quieres que haga por tí?".
El alpinista angustiado, lleno de miedo contestó: "¡Sálvame, Dios mío!". Entonces escuchó una nueva pregunta: "¿Realmente crees que yo puedo salvarte de ésta?" Y él contestó: "¡Por su puesto, Señor!" Una vez más la voz le dijo: "Pues entonces, corta la cuerda que te sostiene..."
Hubo un momento de silencio. El alpinista se agarró más fuerte aún a la cuerda. Cuando el equipo de rescate, al día siguiente, pasó por allí, encontró al alpinista muerto, colgado de una cuerda, con las manos fuertemente agarradas a ella... y a tan solo un metro del suelo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hombre de poca fé¡¡¡ la fe es inprescindible en la vida, es la fuerza mas potente del mundo