Domingo 10 agosto 2008

A LA IGLESIA LE HA ENTRADO MIEDO Mt 14, 22-23

Jesús enseña a sus discípulos a enfrentarse a dificultades: liberarse de sus «miedos» y de su «poca fe». Los discípulos están solos. Su barca está «muy lejos de tierra», a mucha distancia de él, y un «viento contrario» les impide volver. La «noche», la «fuerza del viento» y el peligro de «hundirse en las aguas».
Esta puede ser la situación que viven muchos cristianos: se sienten amenazados desde fuera, por el rechazo de buena parte de la sociedad, y tentados desde dentro, por el miedo y la poca fe.

Entonces, «se les acerca Jesús andando sobre el agua», pero los discípulos son incapaces de reconocerlo. El miedo les hace ver en él «un fantasma».
Los miedos son el mayor obstáculo para conocer, amar y seguir a Jesús como «Hijo de Dios».
Jesús les dice: «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo». Quiere trasmitirles su fuerza, su seguridad y su confianza absoluta en el Padre. Pedro es el primero en reaccionar. Camina seguro sobre las aguas, luego «le entra miedo»; va confiado hacia Jesús, luego olvida su Palabra, siente la fuerza del viento y comienza a «hundirse».

En la Iglesia de Jesús ha entrado el miedo y no sabemos cómo liberarnos de él. Tenemos miedo al desprestigio, la pérdida de poder y el rechazo de la sociedad. Nos tenemos miedo unos a otros: la jerarquía endurece su lenguaje, los teólogos pierden libertad, los pastores prefieren no correr riesgos, los fieles miran con temor el futuro. En el fondo de estos miedos hay poca fe en él, resistencia a seguir sus pasos, a fiarnos de su palabra.

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