A nadie sorprende que una persona sienta miedo ante un peligro real. La vida es una aventura llena de riesgos y amenazas. El miedo es sano, nos pone en estado de alerta y nos permite reaccionar para proteger nuestra integridad, nuestra vida.
Lo extraño es que crece en nuestra sociedad el número de personas que viven con sensación de miedo, pero sin motivo aparente. Personas que se sienten inseguras, amenazadas por riesgos y peligros difusos.
Este miedo hace daño, paraliza a la persona, detiene su crecimiento, le impide vivir amando, anula nuestra energía interior, ahoga la creatividad, nos hace vivir de manera rígida en contínua actitud de autodefensa.
Jesús se empeña en liberar a las gentes del miedo que anida en el corazón humano y que no deja desplegar la plenitud de la persona. La confianza radical en un Dios Padre bueno y la experiencia de su amor incondicional puede ofrecernos la base para afrontar la vida sin miedo, con paz. Amar y ser amado es el principal remedio contra todo miedo.
Eso decía S. Freud: "Amar y ser amado es el principal remedio contra todas las neurosis"
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