Hoy la Iglesia celebra el martirio de los apóstoles Pedro y Pablo. Ellos dieron testimonio de lo que habían visto hasta morir por ello. Pedro es un buen ejemplo para el que quiera seguir a Jesús: escucha la llamada, la invitación de Jesús para estar con él y para colaborar en su proyecto; después, cuando surgen las dudas, Pedro demuestra ser un hombre de fe, que cree lo que no se ve: ve en Jesús al Mesías; pero después de seguirlo y de ver más allá de lo que aparenta, Pedro le falla a Jesús; pero vuelve y Jesús le confía una tarea importante, y ahora dará la vida por llevarla a cabo.
Pablo era perseguidor implacable de los primeros seguidores de Jesús; los detenía con autorización de las autoridades religiosas, y los encarcelaba. Pero un día conoció, vivió el encuentro con Jesús resucitado y eso cambió su vida: desde entonces toda su vida se dedicó a anunciar el mensaje que traía Jesús. También gastó en ello su vida hasta entregarla por completo.
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