Los fariseos, al ver a Jesús comer con publicanos y pecadores, se escandalizaron. Jesús les dijo: "No tienen necesidad de médico los sanos, sino los enfermos". (Mt. 9, 9-13)
Los que viven seguros y satisfechos en su propia fe, los que se tienen por fieles y justos, apenas tienen sensación de estar necesitados de salvación. Tienen suficiente con la tranquilidad que da el sentirse bien ante Dios y ante la consideración de los demás.
A una persona llena de salud y fortaleza, no se le ocurre acudir al médico. ¿Para qué necesitan el perdón de Dios los que no se sienten pecadores?
Esta es una buena noticia para los que no se sienten capaces de vivir de acuerdo con las normas sociales, para los que no tienen fuerza para vivir el ideal que establece la religión, para los que se ven atrapados en una vida que no desean, para los que no se atreven a mirar a los ojos a los demás, para los que salen de la cárcel para volver a entrar en ella, para las que no pueden escapar de la prostitución, para los que se ven rechazados por la sociedad:
¡sentíos comprendidos por Dios, sabed que Dios os acoge, os quiere! No lo mereceis, no lo merecemos nadie, pero Dios es así: amor y perdón.
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