Es una paradoja que San Isidro, siendo labrador, hombre de campo, perteneciente a la cultura rural, sea patrono de Madrid, la capital del reino, ciudad de los atascos, que parece tan lejana de los problemas del mundo rural. No se sabe con certeza la fecha de su nacimiento (hacia 1080-82)
Un bautizado de a pie, ningún título más. No es frecuente que un seglar, alguien que no es monja ni fraile, ni cura, ni obispo ni papa, ni muriera por causa de la fe, sea propuesto por la Iglesia como modelo de vida a los creyentes. Hay pocos en la lista de los santos reconocidos por la Iglesia.
Nace en una familia pobre; fue educado por sus padres cristianos, que no pudieron enviarle a la escuela. Pronto quedó huérfano, y desde muy jóven tuvo que dedicarse a las labores del campo, como jornalero. Parece que era de carácter retraído, callado pero muy amable con todos. Procuró siempre ser fiel a sus obligaciones laborales y también a las exigencias de la fe cristiana (oración frecuente, caridad para con los pobres, celebrar la eucaristía), lo cual le trajo acusaciones de rezar mucho y trabajar poco.
La tradición dice que lo que ganaba como jornalero solía distribuirlo en tres partes: una para la Iglesia, otra para los pobres, y otra para el sustento de su familia. Se casó con María de la Cabeza, también reconocida por la Iglesia como santa. La leyenda cuenta anécdotas y prodigios como la del ángel que araba mientras San Isidro rezaba, o la de hacer subir las aguas del pozo en que cayó su hijo para poder salvarlo, o la de la marmita que siempre estaba llena, a pesar de distribuir la comida de su interior una y otra vez a los pobres, o la de llenarse su granero después de haber dado todo su trigo al patrón para cumplir sus exigencias. Murió el 15 de mayo de 1130.
El papa Juan XXIII le declaró patrono de los campesinos y labradores españoles y de todos los agricultores del mundo.
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