Dios ha amado al "mundo", no solo al pueblo de Israel, ni solo a la Iglesia católica, no solo a los buenos; Dios ha enviado a su Hijo, no para condenar, sino para salvar, no para destruir, sino para dar vida en plenitud.
Para saber algo del misterio de Amor que sostiene el mundo y lo llena de vida, el mejor camino es el mismo Jesús. Acercándonos a Él, podemos ver, palpar e intuir cómo es el Padre; viéndo actuar a Jesús, podemos captar cómo es el Espíritu que anima a Dios.
Todos los gestos, las palabras, los objetivos y estrategias de la Iglesia tienen que nacer, alimentarse y reflejar ese misterio del Amor de Dios al mundo entero. Cuando los cristianos no demostramos amor por el mundo en que vivimos, estamos ocultando el rostro de Dios, su misterio más profundo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario