¿Qué ha podido ocurrir para que la vida de los cristianos aparezca hoy ante muchos como algo triste, aburrido y penoso? ¿En qué hemos convertido la fe en Cristo resucitado? ¿Qué ha sido de esa alegría que Jesús contagiaba a sus seguidores? ¿Dónde está?
La alegría es la única manera de seguir y de vivir la fe en Jesús. Aunque nos parezca «normal», es realmente extraño «practicar» la religión cristiana, sin experimentar que Cristo es fuente de alegría para nuestra vida.
Esta alegría del creyente no es fruto de un temperamento optimista; un cristiano experimenta la dureza de la vida con la misma crudeza y la misma fragilidad que cualquier otro ser humano.La alegría cristiana nace de la unión íntima con Jesucristo. Esta alegría no se vive de espaldas al sufrimiento que hay en el mundo; se convierte en principio de acción contra la tristeza y todo lo que hace sufrir a las personas.
Pocas cosas haremos más grandes y evangélicas que aliviar el sufrimiento de las personas y contagiar alegría y esperanza.
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