«Entre vosotros hay uno que no conocéis». Jesús está en medio de nosotros, pero ¿lo conocemos de verdad?, ¿comulgamos con él?, ¿le seguimos de cerca? En la Iglesia estamos siempre hablando de Jesús. En teoría nada hay más importante para nosotros. Pero luego, somos nosotros mismos quienes, lo «ocultamos» con nuestro protagonismo.
La mayor desgracia del cristianismo es que haya tantos hombres y mujeres que se dicen «cristianos», en cuyo corazón Jesús está ausente. No lo conocen. No vibran con él. No los atrae ni seduce. No les dice nada especial que aliente sus vidas. Su existencia no está marcada por Jesús. Necesitamos urgentemente creyentes que se parezcan más a Jesús, cristianos que, con su manera de ser y de vivir, faciliten el camino para creer en Cristo.
¿De qué sirven nuestras catequesis y predicaciones si no conducen a conocer, amar y seguir con más fe y más gozo a Jesucristo? ¿En qué quedan nuestras eucaristías si no ayudan a comulgar de manera más viva con Jesús?
La mayor desgracia del cristianismo es que haya tantos hombres y mujeres que se dicen «cristianos», en cuyo corazón Jesús está ausente. No lo conocen. No vibran con él. No los atrae ni seduce. No les dice nada especial que aliente sus vidas. Su existencia no está marcada por Jesús. Necesitamos urgentemente creyentes que se parezcan más a Jesús, cristianos que, con su manera de ser y de vivir, faciliten el camino para creer en Cristo.
¿De qué sirven nuestras catequesis y predicaciones si no conducen a conocer, amar y seguir con más fe y más gozo a Jesucristo? ¿En qué quedan nuestras eucaristías si no ayudan a comulgar de manera más viva con Jesús?
Jesucristo, personaje aparentemente conocido por todos, es para muchos un perfecto desconocido.
Son bastantes los que creen conocerlo, y sin embargo, lo que saben de Jesús son tópicos, recuerdos infantiles, el recuerdo de unos relatos simples. No sabrían decir que relación puede haber entre ese Jesús y la realidad que viven día tras día.
Jesús es para ellos un personaje de la historia, pero que no aporta nada a la existencia más que poesía y utopía.
Sorprendente es la ignorancia de los que se dicen «cristianos». Se conforman con afirmar «la doctrina católica» que la Iglesia enseña sobre Jesucristo. Ello les da seguridad y tranquilidad religiosa; pero no conocen la persona de Jesús, ni su mensaje.
Son muy actuales las palabras de Juan el Bautista: "En medio de vosotros hay uno a quien no conocéis".
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