En aquel tiempo, había algunos gentiles; éstos, le rogaban: - Señor, quisiéramos ver a Jesús. Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús. Jesús les contestó: - Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. Os aseguro, que si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.
Cada vez son más las personas cansadas de discursos eclesiásticos, sermones rutinarios y palabras vacías. Quisieran encontrar algo más vivo y auténtico. Son las palabras de una joven: «Callaos, dejaos de rollos y ayudadme a encontrar a Dios». Parecido a aquellos gentiles que se acercan a Felipe con este deseo: «Quisiéramos ver a Jesús».
A quienes están cansados de «oír a los curas» les invito a hacer una experiencia diferente. Consiste en leer despacio el Evangelio fijándose bien en qué dice y qué hace Jesús. De esta manera podrán descubrir por sí mismos a Jesucristo, la persona que ha despertado más esperanza y ha generado más amor y solidaridad que nadie en toda la historia de la humanidad.
Mucha gente se pregunta qué puede aportarnos la persona de Jesús en nuestros días. Jesús no deja a nadie indiferente. Sus palabras, sus gestos, su vitalidad y amor a la vida, su confianza total en el Padre, su manera de defender a los desgraciados, su libertad frente a todo poder, su lucha contra la mentira y los abusos, su comprensión hacia los pecadores, su cercanía al sufrimiento humano, su acogida a los despreciados, su interés por hacer más digna y dichosa la vida de todos... nos ponen ante la persona más excepcional que jamás haya existido.
Quien se acerca directamente a Jesucristo y sintoniza con él descubre todo lo que él puede aportarnos para encontrar un sentido acertado a nuestra vida, para vivir con dignidad y sensatez.
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