Es conocido por su incredulidad, que se disipó en presencia de Cristo Resucitado. No sabemos nada de su vida, aparte de los indicios que nos ofrece el evangelio. Se dice que llevó el Evangelio a la India. Desde el S. VI se celebra el día 3 de julio el traslado de su cuerpo a Edesa.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros”. Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”. (Jn. 20, 24-28)
Señor Jesús, tú que no te asustas de nuestra falta de fe; tú que con paciencia te haces presente en nuestra vida, aunque estén cerradas nuestras puertas; tú que nos das la paz y motivos para creer; haz que sepamos reconocerte y poder decir como Tomás: “Señor mío y Dios mío”.
Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: “Hemos visto al Señor”. Pero él contestó: “Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo”. A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: “Paz a vosotros”. Luego dijo a Tomás: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente”. Contestó Tomás: “¡Señor mío y Dios mío!”. (Jn. 20, 24-28)
Señor Jesús, tú que no te asustas de nuestra falta de fe; tú que con paciencia te haces presente en nuestra vida, aunque estén cerradas nuestras puertas; tú que nos das la paz y motivos para creer; haz que sepamos reconocerte y poder decir como Tomás: “Señor mío y Dios mío”.
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